A mi hermano Santiago en su onomástico
Tu naciste siendo un libro,
pequeño y bello hermanito,
cual fastuoso principito,
mi gran adorado Kallito.
Esos grandes vademécum,
que han sido mamá y papá,
te heredaron un compendio,
que has sabido transformar.
Ya desde muy chiquitico,
con ellos salías a pasear
y jugabas convertirlos,
en esa tu forma de amar.
Todas las prohibiciones,
has sabido escamotear
y con ellas has bregado
como un manual peculiar.
Pues tus manos han dejado,
que traspases las palabras
y vas creando compendios
con maestría sin igual.
Otros son oídos sordos,
a lo que hay que escuchar
y tu atiendes al entorno,
que otros quieren sofocar.
Das salidas a los vocablos
que muchos quieren callar,
tus falanges crean trazos
sólo en lenguaje veraz.
Algunos cierran los ojos
a la terrible verdad,
tu mirada le abre el paso
a lo que hay que divulgar.
Son tantos los ejemplares
que
bullen en tu hábitat,
que combaten entre ellos,
para su luz emanar.
Tus volúmenes y textos
que tu dejas escapar,
se desprenden de tu pluma
o de tu mouse al girar.
De estilográfica dimanan,
de tus yemas al teclear,
pero emergen de más dentro,
de un corazón singular.
Yolanda de la Colina Flores
12 de mayo del 2016
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