jueves, 7 de noviembre de 2013

LA REINA DE LOS OCÉANOS Capítulo 11 (Cuento dedicado a mi madre)


 
Capítulo 11
La madriguera de Spanky

-¡Vaya, vaya, así que el pariente de Octópody había logrado atraparla!, ¿y que pensaba hacer con ella?, ¡Ja, menudo chasco se llevaría!, ella no podía fabricar perlas.-

Efectivamente cefalópodo había tomado a Ondine con sus poderosos tentáculos y la transportaba a lo más profundo de la cueva, buscó su sillón preferido se sentó sobre él y se ya se disponía a darle una buena azotaina cuando la pequeña gritó:

-¡Alto!, ¿Qué te pasa y quien te crees que eres para tocarme ni un solo palmo de mi cuerpo? ¿ Todo esto es porqué ayudé a escapar de ti a Dione?, ¡ella no te pertenece!, ¡para que lo sepas, nada en todo el universo te pertenece! Deberías de estar agradecido, por muchas cosas.

Ángel estaba a espaldas de la pequeña vigilante de la reacción del pulpo, Ondine de reojo podía apreciar su presencia, se percató de que en una de sus aletas portaba el pequeño juguete en forma de pulpo que ella había elaborado a petición de Octópody y además observó claramente como su fiel guardián le guiñaba un ojo.

El cefalópodo no esperaba tal reacción de la chiquita y empezó a llorar desconsolado, Ondine se conmovió y mientras le acariciaba la cabeza éste entre sollozos musitó:

- Buaaaaaa, ya no puedo más….. desde muy pequeño soy el guardián de esta cueva, tengo que resguardarla, limpiarla y decorarla; además, me han dicho que debo hacer honor a mi nombre, pero aunque tengo muchas extremidades para hacerlo no me doy abasto, nunca termino, no me gusta mi nombre, no tengo amigos, estoy tan ocupado que no me queda ganas de hacer nada más y jamás he tenido tiempo para jugar, buaaaaa……-

-Calma, calma- Le dijo Ondine.  -A ver, vamos por partes, primero, ¿cómo te llamas?-

-Buaaaaaaa, me llamo Spanky y por ello doy paus a todo aquel que según creo yo se porta mal en mi covacha, por eso te iba a dar unos cuantos a ti, por dejar escapar a Dione, ¿Cómo voy a decorar ahora la cueva?, buaaaaaaa….-

-Hummmmmmm…., ¿sabes Spanky?, tu nombre no sólo significa dar paus o nalgadas, tiene muchas interpretaciones, algunas para nada agradables, es verdad, pero creo que hay una que te calza perfecto, ¿sabías que tu nombre también significa persona inmaculada y realmente brillante?-

Spanky negó con la cabeza como respuesta a la pregunta de Ondine y mientras poco a poco menguaba su sollozo, tomó a la pequeña con dos de su tentáculos y la sentó en su piernas.

-No lo sabía, a ver, cuéntame más al respecto y aclárame por favor eso que has dicho de que debería estar agradecido-

Ondine contuvo un poco su estupefacción, porque inusitadamente el grandioso pulpo, había pasado de ser una especie de bebé llorón a una pose mesurada, formal y madura de todo un caballero, recordó bellos momentos como cuando su padre la sentaba en sus piernas para contarle historias y cuentos, rápidamente regresó de sus dulces pensamientos y contestó así a su interlocutor:

-¿ Acaso no te has dado cuenta de que Dione antes de partir ya te ha decorado casi toda la cueva?, todas las perlas que lanzó han quedado incrustadas en las paredes, así que ya solo te resta decorar esta parte y con las perlas que imagino ya tienes almacenadas te sobra material para hacerlo.-

Spanky se deslizó entonces a la otra parte de la  cueva y quedó fascinado con lo que sus ojos contemplaban, efectivamente la cueva ahora resplandecía cuando se colaba por algún agujerillo algún reflejo de los rayos de sol. Estaba maravillado y antes de que pudiera decir palabra Ondine le dijo con voz cariñosa.

-Aunque tengo mucha prisa me quedaré un tiempo contigo y leeremos, narraremos historias y cuentos, nos divertiremos y jugaremos, eso por todo el tiempo que has estado tan solito, buscaremos amigos a tu alrededor para que puedas hacerlos con ellos cuando yo me vaya y para los momentos en que decidas estar solo, a petición de mi amiga Octópody te he hecho un juguete que espero te agrade.-

Ángel con nado majestuoso y con una apariencia aún más resplandeciente entregó al pulpo el juguete elaborado por Ondine, Spanky tomó entre sus tentáculos su réplica tejida a crochet y otra vez los ojillos se le llenaron de lágrimas, pero éstas otras vez desaparecieron al tiempo que una gran sonrisa iluminaba su rostro, por supuesto Ángel y Ondine también sonreían.

Ondine estuvo el tiempo suficiente para que Spanky hiciera amigos en ese lugar, para atraerlos en un principio tuvo que elaborar un sinnúmero de juguetes y muñecas con los que todos jugaban y pasaban ratos muy entretenidos y contentos, incluso entre todos ayudaron al ahora simpático pulpo a terminar de decorar la cueva.

Yolanda de la Colina Flores
Otoño del 2013 

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